Hechos victimizantes, gestión de conflictos y agresividad en víctimas del conflicto armado colombiano*

Victimizing Events, Conflict Management and Aggressiveness in Victims of Colombian Armed Conflict

Fatos de vitimização, gestão de conflitos e agressividade em vítimas do conflito armado colombiano.

Camilo Javier Velandia-Arias, Carmelina Paba-Barbosa

Hechos victimizantes, gestión de conflictos y agresividad en víctimas del conflicto armado colombiano*

Pensamiento Psicológico, vol. 20, 2022

Pontificia Universidad Javeriana

Camilo Javier Velandia-Arias 2

Universidad del Magdalena, Colombia


Carmelina Paba-Barbosa 3

Universidad del Magdalena, Colombia


Recibido: 03 septiembre 2021

Aceptado: 07 febrero 2022

Resumen: Objetivo. Determinar la relación entre hechos victimizantes, habilidades para la gestión de conflictos y agresividad en víctimas del conflicto armado colombiano. Método. Estudio correlacional con diseño transversal. Participaron 51 personas incluidas en el Registro Único de Víctimas, seleccionadas mediante muestreo no probabilístico por conveniencia. Se emplearon la Escala de Solución de Conflicto y el Inventario de Situaciones y Comportamientos Agresivos. Los datos fueron analizados mediante estadística descriptiva, coeficientes de correlación y prueba U de Mann-Whitney. Resultados. Se identificó una alta prevalencia de polivictimización y escasa vinculación al Programa de Atención Psicosocial y Salud Integral a Víctimas. Se encontraron diferencias estadísticamente significativas y con tamaños de efecto grandes: las víctimas de violencia sexual demostraron más empatía, las víctimas de amenazas obtuvieron mejores puntuaciones en diferentes habilidades para la gestión de conflictos y la modalidad individual del Programa de Atención Psicosocial y Salud Integral a Víctimas se asoció con mayor evaluación de resultados. Conclusión. Las agresiones sexuales, las amenazas contra la integridad y la atención psicosocial individual se asociaron a mayores o menores habilidades para la gestión de conflictos en víctimas del conflicto armado residentes en el Magdalena. Sin embargo, este hallazgo debe analizarse sopesando numerosos factores personales, sociales e históricos.

Palabras clave:conflicto, víctimas de crimen, victimización, resolución de conflictos, agresividad.

Abstract: Objective. To determine the relationship between victimizing events, conflict management skills and aggressiveness in victims of the Colombian armed conflict. Method. Correlational study with cross-sectional design. 51 people from the Single Registry of Victims participated, selected through convenience non-probability sampling. The Conflict Resolution Scale and the Inventory of Aggressive Behaviors and Situations were used. Results. A high prevalence of poly-victimization was identified as well as low connection to the Program of Psychosocial Care and Integral Health for Victims. 60.78% presented low levels of ability to manage conflicts and 21.57% reported general aggressiveness. Victims of sexual violence showed more empathy, and victims of threats got better scores in different skills for conflict management. The individual modality of the Program of Psychosocial Care and Integral Health for Victims was associated with a greater evaluation of results. Conclusion. There are multiple relationships between victimizing events, conflict management skills and aggressiveness in victims of the Colombian armed conflict; however, it is a diverse population whose characteristics derive from the interaction of a large number of social and historical factors.

Keywords: conflict, victims of crime, victimization, conflict resolution, aggressiveness.

Resumo: Escopo. Determinar a relação entre atos de vitimização, habilidades para a gestão de conflitos e agressividade em vítimas do conflito armado colombiano. Metodologia. Estudo correlacional com desenho transversal. Participaram 51 pessoas incluídas no Cadastro Único de Vítimas (Registro Único de Víctimas em espanhol), selecionadas por amostragem não probabilística por conveniência. Foram utilizados a Escala de Resolução de Conflitos e o Inventário de Situações e Comportamentos Agressivos. Os dados foram analisados ​​por meio de estatística descritiva, coeficientes de correlação e teste U de Mann-Whitney. Resultados. Identificou-se uma alta prevalência de polivitimização e pouca vinculação ao Programa de Atenção Psicossocial e Saúde Integral às Vítimas. Foram encontradas diferenças estatisticamente significativas e com grandes tamanhos de efeito: as vítimas de violência sexual mostraram mais empatia, as vítimas de ameaças obtiveram melhores pontuações em diferentes habilidades para gestão de conflitos e a modalidade individual do Programa de Atenção Psicossocial e Saúde Integral às Vítimas foi associada a maior avaliação de resultados. Conclusão. As agressões sexuais, as ameaças contra a integridade e a atenção psicossocial individual foram associadas a maiores ou menores habilidades para a gestão de conflitos em vítimas do conflito armado residentes no Magdalena. No entanto, esse achado deve ser analisado ponderando numerosos fatores pessoais, sociais e históricos.

Palavras-chave: conflito, vítimas de crimes, vitimização, resolução de conflitos, agressividade.

Introducción

En Colombia, a partir de la Ley 1448 (Congreso de la República de Colombia, 2011), adquiere el estatus de víctima1 toda persona que, en el marco del conflicto armado interno y posterior al año 1984, ha padecido daños en su integridad producto de violaciones al Derecho Internacional Humanitario y a la regulación internacional en materia de derechos humanos. De allí que la condición de víctima se encuentre ligada a los efectos (daños) provocados por hechos concretos (victimizantes) en un contexto determinado (conflicto armado colombiano). La Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (Uariv, 2021) reconoce 15 categorías de hechos victimizantes en virtud de los cuales la cifra oficial de víctimas del conflicto armado colombiano, hacia abril de 2021, ascendía a 9.123.123.

Por lo tanto, los hechos victimizantes más frecuentes son el desplazamiento forzado y el homicidio. El conflicto armado colombiano ocupa el primer lugar a escala mundial en número de personas desplazadas por la fuerza (Sierra-Puentes y Correa-Chica, 2019). La cifra de muertes que ha provocado se aproxima al número de habitantes del departamento del Cesar en 2018 (Departamento Administrativo Nacional de Estadística [DANE], 2019) y equivale al número de fallecidos por la covid-19 en todo el mundo, poco antes de cumplirse un año desde el primer caso reportado (World Health Organization [WHO], 2021). Debido al fenómeno de polivictimización (Campo-Arias et al., 2017), la sumatoria de población afectada por todos los hechos victimizantes es mayor al total histórico de víctimas individuales, así como ambas cifras son inferiores al número de eventos (11.539.899 [Uariv, 2021]), producto de los casos en que el mismo delito fue padecido por una persona en múltiples ocasiones.

De acuerdo con el Grupo de Memoria Histórica (GMH, 2011), durante más de 50 años, el Magdalena ha sido escenario de los crímenes ejecutados por varios actores armados que procuran el control territorial empujados por diferentes objetivos, a saber, “derechos de propiedad sobre la tierra, contrabando, marihuana, coca, política, confrontación ideológica, pugnas territoriales por el control de corredores de drogas y armas, odios y rivalidades familiares” (p. 224). Según el Registro Único de Víctimas ([RUV] Uariv, 2021), los eventos acontecidos en el departamento han victimizado a 528.582 personas, y el último día de abril de 2021, 298.822 eran sujetos de atención en el territorio (4.06% del total nacional). De forma similar al nivel nacional, los hechos victimizantes más frecuentes en el Magdalena son el desplazamiento forzado (95.53%), el homicidio (6.8%), las amenazas (4.13%), la pérdida de bienes (1.25%), la desaparición forzada (1.15%), los delitos contra la integridad sexual (0.86%) y el abandono o despojo forzado de tierras (0.45%).

Estas vulneraciones generan daños significativos en la integridad física, psicológica y social de las víctimas, lo cual constituye el impacto más grave y duradero pero menos atendido, tal como afirma el GMH (2013): “Una violencia frecuente y de baja intensidad” (p. 42). Aunque las afectaciones dependen siempre de las características de los hechos, del curso posterior de acontecimientos y de los rasgos personales (Centro Nacional de Memoria Histórica [CNMH], 2018a), las víctimas suelen experimentar miedo, rabia y temor (Arias, 2007). Además, se han documentado tanto consumo de sustancias psicoactivas como problemas de salud mental y trastornos de ansiedad y del estado de ánimo varios años después de los hechos victimizantes (Charry-Lozano, 2016), al igual que mayor sufrimiento emocional en casos de polivictimización (Campo-Arias et al., 2017).

El desplazamiento forzado genera sentimientos de desesperanza, impotencia, minusvalía, desarraigo, incertidumbre, desconfianza e inseguridad, interrumpe proyectos de vida, provoca cambios de roles y fragmenta vínculos sociofamiliares (Curcio et al., 2019; Sierra-Puentes y Correa-Chica, 2019). De forma similar, las víctimas de amenazas experimentan inseguridad e incertidumbre (Arias, 2007). En casos de desaparición forzada, se observa aislamiento, culpa, incertidumbre y sufrimiento asociados al duelo no resuelto por la víctima directa (CNMH, 2018b). Las personas sometidas al secuestro reportan tensión, estados de alerta permanente, desesperanza y dificultades interpersonales (Aguilera-Torrado, 2003). Por su parte, en las víctimas de violencia sexual se observan sentimientos de culpa y vergüenza agravados por el silencio que muchas sostienen temiendo mayor rechazo social (Cadavid-Rico, 2014; Ubillos-Landa et al., 2019; Wilches, 2010).

De acuerdo con la literatura, se ha dirigido la atención sobre el carácter psicosocial de los daños provocados por el conflicto armado (CNMH, 2018a; Munévar-Rojas y Castro-Sardi, 2018; Suárez et al., 2019). La violencia de los actores armados, ejercida con el doble propósito de reducir al adversario e infundir terror sobre la población, impacta en familias, comunidades y territorios, alterando su estructura y dinámica. Por lo tanto, los traumas generados no se restringen a la esfera individual, sino que transcienden al tejido social y este también debe ser reparado (Carrera y Narváez, 2020). Tampoco se subordinan a la temporalidad ni materialidad de los crímenes de guerra; en cambio, deben entenderse en su dimensión histórico-social (CNMH, 2018a).

En la coyuntura actual, inaugurada por el Acuerdo de Paz entre el Gobierno nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP) en 2016, las víctimas ocupan un lugar clave. Su reparación es prioritaria, al igual que su vinculación activa a la construcción de paz (Carrera y Narváez, 2020). Conforme sostienen varios autores (Carrera y Narváez, 2020; López y Rincón-Unigarro, 2019; Molina, 2017), tomando elementos del concepto de paz positiva de Galtung (1998), para cimentar la paz deben transformarse las interacciones sociales y es crucial la gestión pacífica de conflictos, abandonando formas violentas de manejarlos. Esta conceptualización implica tanto a excombatientes y población general como a los sobrevivientes de los hechos victimizantes (Rico-Revelo y Maza-Ditta, 2017).

Al hablar de gestión de conflictos se alude a procesos que abordan las tensiones interpersonales e introducen cambios en las relaciones humanas, con el fin de consolidar una convivencia pacífica sin anular las diferencias entre sujetos o grupos (Maza y García, 2015). Integra múltiples competencias referentes al manejo emocional, la comunicación, el seguimiento de pautas procedimentales, la búsqueda e implementación de potenciales soluciones y la evaluación continua de resultados (Bados y García, 2014). Por el contrario, las conductas agresivas son externalizaciones dirigidas a intimidar o generar daño y se asocian al escalamiento de las tensiones, la pobre gestión de emociones y actitudes hostiles (Tamayo y Sánchez, 2017). Estudios previos han demostrado que las habilidades para la gestión de conflictos, así como otras conductas prosociales, reducen la frecuencia de los comportamientos agresivos (Bedel, 2019).

No se hallaron publicaciones que evalúen la gestión de conflictos en víctimas del conflicto armado colombiano; sin embargo, algunos autores han abordado la influencia de los contextos violentos en las disposiciones individuales hacia la violencia. De acuerdo con Arsenio y Gold (2006) y Wainryb y Pasupathi (2010), la exposición temprana a violencia política e interacciones sociales hostiles afecta el desarrollo moral, reforzando creencias y comportamientos agresivos y desestimulando la capacidad empática y la prosocialidad en infantes. Esto se ha comprobado en estudios con población colombiana. Por ejemplo, Posada y Wainryb (2008) observaron valoraciones morales mixtas sobre hurtar y lastimar en contextos de venganza por parte de 96 niños, quienes esperaban dichas conductas de otras personas en la mayoría de situaciones. Mientras que Pasupathi et al. (2017) identificaron menor contenido psicológico y mayores alusiones a venganza en las narrativas de adolescentes víctimas de desplazamiento forzado sobre sus propias acciones violentas. Asimismo, Sherrill et al. (2016) comprobaron en 132 universitarios el efecto inhibitorio que el contexto puede ejercer sobre la agresividad-rasgo, evitando el comportamiento agresivo. No obstante, en algunos casos, la exposición a la violencia podría fortalecer la capacidad empática de los individuos, como sostienen Hartman y Morse (2018) luego de identificar mayor empatía hacia los refugiados marfileños y los integrantes de grupos adversarios en las víctimas de la guerra civil liberiana.

Por su parte, investigaciones previas han identificado comportamientos agresivos en esta población. Tomando las reacciones agresivas como estrategia de afrontamiento no adaptativa, Hewitt et al. (2016) aplicaron cuestionarios de autorreporte a 677 adultos víctimas e identificaron que dichas reacciones se asocian a mayores síntomas ansiosos y depresivos y mayor consumo de alcohol. Gantiva (2017) vincula esta agresividad a la mayor reactividad emocional observada en víctimas junto con una capacidad empática conservada. En respaldo de ello, Aristizábal et al. (2012), luego de entrevistar a 20 víctimas en Atlántico y Magdalena, y profundizar en los impulsos agresivos reportados por el 20% de ellas, interpretan esta agresividad no solo como aumento de la reactividad y síntoma de estrés postraumático, sino también como cambio de posición subjetiva frente a la violencia padecida.

Teniendo en cuenta los daños provocados por la violencia en las víctimas directas, el tipo y número de hechos victimizantes podrían asociarse de forma diferenciada a sus habilidades para la gestión de conflictos y su agresividad, con implicaciones que no han recibido suficiente atención en el posacuerdo ni en la reparación y atención psicosocial a víctimas. Considerando lo anterior, el objetivo de este estudio fue determinar la relación entre los hechos victimizantes, las habilidades para la gestión de conflictos y la agresividad en víctimas del conflicto armado colombiano residentes en el Magdalena, proponiendo las siguientes hipótesis a partir de los antecedentes antes expuestos:

  1. H1: El tipo y número de hechos victimizantes y la atención psicosocial se asocian a las habilidades para la gestión de conflictos y a la agresividad.

  2. H2: La antigüedad del primer hecho victimizante se relaciona directamente con las habilidades para la gestión de conflictos e inversamente con la agresividad.

Método

Diseño

Se implementó un estudio correlacional con diseño transversal enmarcado en el paradigma cuantitativo.

Participantes

Ante las dificultades de acceso a la población víctima del conflicto armado colombiano residente en el Magdalena, por motivos de seguridad, económicos y psicosociales, los participantes fueron seleccionados mediante convocatoria abierta presencial y telefónica desde el Centro Regional de Atención a Víctimas (CRAV) de la ciudad de Santa Marta (Colombia), siguiendo un modelo de muestreo no probabilístico por conveniencia. Los criterios de inclusión fueron (a) ser mayor de edad, (b) estar incluido en el Registro Único de Víctimas y (c) residir en el Magdalena. Después de establecer una muestra pretendida de 60 personas y conformar una lista de 176 interesados, participaron voluntariamente 51 sujetos con edades entre los 19 y los 75 años (M = 44.59 / DT = 13.08), 82.35% de sexo femenino.

Instrumentos

Escala de Solución de Conflicto (ESOC).

Es un cuestionario de autorreporte que consta de 35 reactivos tipo Likert. Su estructura multifactorial plantea cuatro dimensiones menores (Tolerancia, Empatía, Adaptabilidad y Control de la Impulsividad) y tres dimensiones centrales (Control Emocional, Competencia Comunicativa y Evaluación de Resultados), suministrando también una puntuación global (Habilidad para la Solución de Conflictos).

Su autor, Vera-La Torre (2006), informa valores óptimos de consistencia interna a nivel general (α = 0.90) y por cada dimensión central (α = 0.87, α = 0.70 y α = 0.80, respectivamente). En este estudio, el alfa de Cronbach (α) de la ESOC con sus 35 reactivos fue de 0.84. Al determinarlo por dimensiones centrales y dimensiones menores, se eliminaron cuatro reactivos (1, 13, 17 y 19) para elevar los índices α a un nivel aceptable, entre 0.59 (adaptabilidad) y 0.86 (global). Las puntuaciones directas utilizadas en los análisis correlacionales e inferenciales no incluyeron los ítems eliminados.

Inventario de Situaciones y Comportamientos Agresivos (ISCA).

Es un cuestionario de autorreporte, estandarizado en población colombiana por Juárez y Montejo (2008), está compuesto por 9 ítems en la parte A (comportamientos agresivos) y 13 en la parte B (situaciones en que se presentan comportamientos agresivos), para un total de 22 ítems tipo Likert.

Los índices alfa de Cronbach (α) del instrumento completo (α = 0.87) y de cada dimensión (α = 0.81 y α = 0.79) reflejaron adecuada consistencia interna. En el presente estudio, el índice α global del ISCA fue de 0.79 inicialmente. Después de eliminar los ítems 7 y 8, la consistencia interna se ubicó en un rango aceptable (0.65 comportamientos y 0.83 situaciones). Las puntuaciones directas utilizadas en los análisis correlacionales e inferenciales no incluyeron los ítems eliminados.

Cuestionario ad hoc.

Está compuesto por preguntas abiertas sobre los hechos victimizantes padecidos y la antigüedad del primero de estos.

Procedimiento

Cada persona fue citada entre el 5 y el 13 de septiembre de 2019 a las instalaciones del CRAV, para el diligenciamiento de los instrumentos. Una vez socializadas las generalidades del estudio y explicado el procedimiento, los participantes respondieron individualmente los cuestionarios, con excepción de pocos casos en los que a causa de limitaciones físicas o cognitivas fue necesaria la asistencia personalizada y neutral para lograr el objetivo y generar la menor influencia posible sobre sus respuestas. Uno de los investigadores, dos psicólogos y una estudiante de Psicología fueron los encargados de aplicar los instrumentos después de recibir las orientaciones pertinentes por parte del primero.

Los investigadores respetaron en todo momento la voluntad de participación o retiro de los sujetos por medio del consentimiento informado y protegieron cabalmente su integridad, seguridad y privacidad en cumplimiento de la Declaración de Helsinki, el Código Deontológico y Ético del Psicólogo Colombiano (Ley 1090 de 2006) y la Resolución 8430 de 1993, emitida por el Ministerio de Salud y Protección Social de la República de Colombia. La universidad ejecutora aprobó el componente ético del proyecto en el marco de su presentación y selección en la convocatoria 812 de 2018 (jóvenes investigadores e innovadores) del antiguo Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias).

Análisis de datos

Para la sistematización y análisis de los datos recabados, se emplearon los softwares Microsoft Office Excel 2019 e IBM SPSS Statistics V25.0. En un primer momento, se determinaron frecuencias y medidas de tendencia central, luego se calcularon coeficientes de correlación (Spearman) y U de Mann-Whitney entre las variables de estudio y, por último, se establecieron los tamaños del efecto y las potencias estadísticas de los resultados significativos.

Resultados

El estrato socioeconómico predominante fue el 1 (84.31%) y la tercera parte de la muestra no tenía trabajo. En cuanto a nivel educativo máximo, el 29.41% alcanzó algún grado de educación primaria, mientras que el 54.9%, algún grado de educación secundaria, y el 9.8%, formación técnica o tecnológica.

En la tabla 1 puede observarse que más de la tercera parte (39.22%) de los participantes fueron polivictimizados. Las vulneraciones más frecuentes estaban asociadas a desplazamiento forzado (82.35%), homicidio (29.41%), amenazas (9.8%), violencia sexual (7.84%) y desaparición forzada (5.88%). En más de la mitad de los casos (68.63%), el primer hecho victimizante tenía de 11 a 20 años de antigüedad y en el 11.76% había ocurrido hacía 10 años o menos. El número de personas ya atendidas por el Programa de Atención Psicosocial y Salud Integral a Víctimas (Papsivi) modalidad individual, era significativamente bajo (7.84%).

Tabla 1
Victimización y atención del Papsivi en la muestra
Victimización y atención del Papsivi en la muestra

Nota.M = media, DE = desviación estándar.


Fuente: elaboración propia.

La tabla 2 presenta la distribución de puntuaciones en los cuestionarios. Cada dimensión del ESOC muestra un comportamiento particular. Las puntuaciones de Tolerancia y Adaptabilidad se agrupan en proporciones similares para cada categoría o nivel de desarrollo. El control de la Impulsividad y las Competencias Comunicativas se distribuyen con aproximadamente el 50% en niveles altos (I y II) o bajos (III y IV), mientras que las puntuaciones de Evaluación de Resultados se concentran en los extremos (I y IV). Por el contrario, poco menos de la mitad se ubica en el nivel IV de Control Emocional, y más del 60% se encuentra en niveles bajos de habilidad global. Asimismo, el 21.57% de la muestra exhibió agresividad superior a la media (población general).

Tabla 2
Distribución porcentual de puntuaciones en los cuestionarios ESOC e ISCA
Distribución porcentual de puntuaciones en los cuestionarios ESOC e ISCA

Nota.IV = Poco desarrollada, III = Por mejorar, II = Desarrollada, I = Muy desarrollada


Fuente: elaboración propia.

Mediante la prueba de Kolmogórov-Smirnov, se estableció que las únicas variables con distribución normal fueron Tolerancia (M = 17.92 DE = 4.07), Empatía (M = 20.88 DE = 4.89), Control Emocional (M = 76.53 DE = 13.06), Competencia Comunicativa (M = 13.9 DE = 4.05), Evaluación de Resultados (M = 23 DE = 5.71) y Habilidad para la Solución de Conflictos (M = 113.1 DE = 18.59). De allí que se necesitaran pruebas de hipótesis de tipo no paramétrico.

Al emparejar las variables de victimización con las subescalas de cada instrumento, mediante el coeficiente ρ (rho) de Spearman, se obtuvieron los resultados consignados en las tablas 3 y 4. Solo fueron significativas las correlaciones directas del número de hechos victimizantes con Empatía y con Evaluación de Resultados, al igual que la correlación inversa entre antigüedad del primer hecho victimizante y Adaptabilidad. Los tres casos evidencian magnitudes y potencias estadísticas moderadas o fuertes.

Tabla 3
Coeficientes de correlación y significancias (Parte 1)
Coeficientes de correlación y significancias (Parte 1)

Nota.#HH.VV. = Número de hechos victimizantes, Ant. = Antigüedad del Primer Hecho Victimizante.
*La correlación es significativa al nivel de 0.01 (bilateral) / 1-β = 0.71.
**La correlación es significativa al nivel de 0.05 (bilateral) / 1-β = 0.53.
***La correlación es significativa al nivel de 0.05 (bilateral) / 1-β = 0.52.


Fuente: elaboración propia.

Tabla 4
Coeficientes de correlación y significancias (Parte 2)
Coeficientes de correlación y significancias (Parte 2)

Nota.#HH.VV. = número de hechos victimizantes, Ant. = antigüedad del primer hecho victimizante.


Fuente: elaboración propia.

Finalmente, con la U de Mann-Whitney fue posible determinar algunas variables que produjeron diferencias significativas (p<0.05) en las puntuaciones de Agresividad y de Habilidad para la Solución de Conflictos. Se trata de asociaciones con un tamaño del efecto grande y potencia estadística moderada (Tabla 5).

Tabla 5
Resultados U de Mann-Whitney
Resultados U de Mann-Whitney

Nota.E = Empatía, A = Adaptabilidad, ER = Evaluación de Resultados, ISCA-B = Escala de Situaciones del ISCA, CE = Control Emocional, HSC = Habilidad para la Solución de Conflictos, p = Significancia, d = Tamaño del efecto, 1-β = Potencia estadística. *La diferencia implica distinto nivel de desarrollo de la habilidad.


Fuente: elaboración propia.

Los participantes que reportaron solamente un hecho victimizante obtuvieron puntuaciones más bajas de Empatía (M = 19.35 [IV]), en comparación con los que padecieron dos o tres (E-M = 23.26 [IV]). Quienes habían sido atendidos por el Papsivi modalidad individual puntuaron más bajo en Adaptabilidad (M = 7.5 [IV]) y más alto en Evaluación de Resultados (M = 28.5 [I]) que quienes no habían recibido dicha atención (A-M = 11.08 [IV] | ER-M = 22.17 [III]). Asimismo, las víctimas de delitos sexuales demostraron mayor Empatía (M = 25.5 [III]) y menor número de situaciones asociadas a comportamientos agresivos (M = 13.5) frente al resto de la muestra (E-M = 20.43 [IV] | ISCA-B-M = 17.7). Por último, las víctimas de amenazas demostraron mayor Adaptabilidad (M = 13.6 [III]), Control Emocional (M = 90.4 [III]), Evaluación de Resultados (M = 29 [I]) y Habilidad para la Solución de Conflictos (M = 133.6 [II]), en comparación con quienes no reportaron dicha vulneración (A-M = 10.47 [IV] | CE-M = 75.13 [IV] | ER-M = 21.93 [III] | HSC-M = 110.93 [IV]). La mayoría de diferencias implican distintos niveles de desarrollo de las habilidades, lo cual es más pronunciado en la Evaluación de Resultados y la puntuación global.

Discusión

Los resultados del presente estudio deben analizarse cuidadosamente y con carácter exploratorio, debido al limitado número de antecedentes empíricos sobre la relación de los hechos victimizantes con la agresividad y las habilidades para la gestión de conflictos interpersonales en víctimas del conflicto armado colombiano. A este respecto, la utilización de metodologías cualitativas es más frecuente y aporta elementos puntuales con los cuales discutir los hallazgos aquí registrados.

La prevalencia de polivictimización fue superior a la observada por Campo-Arias et al. (2017) entre 2013 y 2014, lo cual se puede atribuir a diferencias en el instrumento de recolección de datos o a cambios en el fenómeno y la población, pero la frecuencia de los hechos victimizantes guarda similitud con el reporte departamental del RUV (Uariv, 2021). El periodo más común de ocurrencia para el primer hecho victimizante (1999-2008) coincide con los años en que el conflicto armado colombiano generó el mayor número de víctimas (2001-2005) (GMH, 2013; Uariv, 2021). Durante esos años, el Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia entró al Magdalena, mantuvo negociaciones con el Gobierno nacional y se implementó la política de Seguridad Democrática (GMH, 2011). Además, se confirmó la presencia de comportamientos agresivos en algunos sujetos y dificultades relacionadas con la reactividad emocional (aquí denominada Control Emocional, siguiendo a Vera-La Torre, 2006), como observaron también Aristizábal et al. (2012), Gantiva (2017) y Hewitt et al. (2016).

A mayor antigüedad del primer hecho victimizante se observó mayor Adaptabilidad. Este resultado podría explicarse considerando que las experiencias traumáticas acumuladas en el tiempo activan el potencial resiliente. Una conclusión similar se encuentra en Hewitt et al. (2016), quienes afirman que “si ha transcurrido más tiempo desde el momento de la exposición, la afectación psicológica puede disminuir” (p. 136). Los sujetos de esta investigación demostraron un aumento progresivo de su adaptabilidad en el tiempo, abarcando un periodo más amplio (M = 16.25 años). Por su parte, Santaella-Tenorio et al. (2018), quienes identificaron problemas de adaptación social en víctimas de Buenaventura y Quibdó, no analizan la influencia del factor temporal en las afectaciones ocasionadas por los hechos violentos.

Otros resultados fueron menos acordes a lo esperado. Según Campo-Arias et al. (2017), las experiencias de polivictimización acarrean consecuencias psicológicas más graves que las detonadas por un único hecho victimizante. No obstante, a mayor número de hechos victimizantes, más altas fueron las puntuaciones de Empatía y Evaluación de Resultados. Si bien Gantiva (2017) no reporta afectaciones en la empatía de las víctimas, la correlación (ρ de Spearman) y asociación (U de Mann-Whitney) obtenidas sugieren que experimentar el sufrimiento reiteradas veces aumentaría la sensibilidad interpersonal y aportaría más referentes para comprender la experiencia del otro, conclusión afín al hallazgo de Hartman y Morse (2018) con víctimas de la guerra civil liberiana, aunque este atañe principalmente a situaciones de altruismo y cooperación. A su vez, la habilidad de evaluación de resultados se desarrollaría como estrategia de afrontamiento dirigida a evitar la repetición de experiencias dolorosas, o podría asociarse al componente cognitivo de la ansiedad detonada por cada hecho victimizante (Arias, 2007; Campo-Arias et al., 2017; Hewitt et al., 2016; Ubillos-Landa et al., 2019). Estas hipótesis deben corroborarse mediante el estudio a profundidad de la polivictimización en el marco del conflicto armado colombiano.

La vinculación al Papsivi se asoció con resultados opuestos en un par de habilidades para la gestión de conflictos. Los niveles mayores de Evaluación de Resultados, en quienes habían sido atendidos por el programa, podrían ser el resultado de una capacidad reflexiva potenciada de forma deliberada por la intervención profesional (Oficina de Promoción Social, 2017). En cambio, los niveles más bajos de Adaptabilidad en estas personas darían cuenta de una meta deseable que escapa a los alcances del programa. Sin embargo, no existe suficiente evidencia empírica para dicha afirmación y por ello, no se descarta, entre otras hipótesis, que el perfil aludido (A baja - ER alta) sea el predominante en quienes optan por vincularse al Papsivi. Mayores estudios en la materia son necesarios.

Por último, la U de Mann-Whitney permitió corroborar y ampliar las características que otros estudios encontraron en las víctimas de diversos hechos. Las víctimas de violencia sexual exhibieron mayor Empatía y menor frecuencia de reacciones agresivas ante situaciones estresoras; de modo que, como se observó con la polivictimización, tales rasgos podrían derivarse del sufrimiento al que estuvieron expuestas, o podrían deberse al sexo, pues este grupo estuvo compuesto exclusivamente por mujeres y ellas suelen ser más empáticas y menos agresivas (Gómez-Tabares, 2019). Así, aunque Gantiva (2017) no halló diferencias entre la empatía de las víctimas y la de población control, es preciso tener en cuenta la influencia del sexo y de los hechos victimizantes en dicha variable.

Las personas que recibieron amenazas de actores armados puntuaron más alto en cuatro de las ocho mediciones del ESOC. Probablemente, un menor impacto negativo de los hechos o una mayor movilización de recursos psicológicos para gestionar los conflictos explicarían dicha particularidad, ya que, como identificó Arias (2007), “los adultos asumen en el lenguaje situaciones que los ubican en el escenario de que la amenaza se ha hecho realidad. Exploran las consecuencias, intentan ajustarse a las mismas, hacen planes, estudian implicaciones que parten de aceptar su ausencia” (pp. 34-35). Por lo tanto, las amenazas activarían recursos personales de gestión de conflictos, en virtud de la anticipación de la violencia armada.

Debido a la alta frecuencia de polivictimización en los participantes, estas interpretaciones deben ser consideradas dentro de los límites metodológicos del estudio, reconociendo el carácter hipotético de las atribuciones causales y sin asumir su linealidad o unidireccionalidad (CNMH, 2018a). Otras asociaciones probables basadas en la literatura científica (por ejemplo, adaptabilidad y desplazamiento forzado [Arias, 2007; Sierra-Puentes y Correa-Chica, 2019]) no arrojaron valores estadísticamente significativos. El tamaño muestral constituye la principal limitación de este estudio, en buena medida compensada por el análisis estadístico no paramétrico. Se precisan, pues, muestras de mayor tamaño que, según las posibilidades de acceso a los sujetos, arrojen estadísticos más sólidos y generalizables. Esta limitación es prescindible para las aproximaciones cualitativas, cuya utilización es acaso por ello más común con la población trabajada.

Conclusión

El presente estudio, que tuvo como objetivo determinar la relación entre hechos victimizantes, habilidades para la gestión de conflictos y agresividad en víctimas del conflicto armado colombiano, demostró que existen asociaciones bivariadas entre estos tres factores. No obstante, dichas relaciones fundamentan una visión poco convencional del individuo que ha padecido la violencia política, ya que resaltan las diferencias entre las personas victimizadas, así como sus competencias para la gestión pacífica de conflictos, en contraste con el estereotipo predominante de población vulnerada y la normalización cultural de la violencia. Es por lo tanto recomendable revisar, a la luz de esta y otra evidencia científica disponible, en qué medida las políticas públicas y los programas de atención integral han dado prioridad a potenciar los recursos individuales y colectivos de las víctimas, así como a estimular sus habilidades menos desarrolladas, ahondando en las afectaciones causadas por cada hecho victimizante.

Para comprender mejor los daños individuales ocasionados por el conflicto armado colombiano, es primordial emplear un enfoque diferencial que, entre otros aspectos, reconozca las características asociadas a los hechos victimizantes y su impacto variado en las habilidades para convivir en paz. Futuras investigaciones con víctimas deben sopesar la probabilidad de que la atención psicosocial previa y el número y tipo de hechos victimizantes padecidos anticipen perfiles en mayor o menor medida definidos para la gestión de conflictos, principalmente en casos de delito sexual y de amenazas. Además, pueden existir importantes diferencias entre las víctimas del Magdalena y las de otras regiones del país, debido a factores históricos que han sido ampliamente documentados en los últimos años.

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Notas

* El presente estudio se desarrolló en la vigencia 2019-2020, desde el Grupo de Investigación Cognición y Educación (CogniEd), de la Universidad del Magdalena. Fue cofinanciado por dicha institución y el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias), bajo los términos del Convenio Especial de Cooperación No. 80740-251-2019

1 Dadas las connotaciones estigmatizantes del apelativo “víctima”, varios autores y colectivos promueven su reemplazo por la expresión “sobreviviente”. Con ello se replantea el lugar del sujeto, en función de sus potencialidades y se contrarresta la fijación en los acontecimientos que configuraron un pasado doloroso. La utilización del término “víctima” en este artículo obedece al propósito de mantener la coherencia interna, partiendo del marco legal vigente para la población en cuestión.

Notas de autor

2 Especialista en Docencia Universitaria

3 Doctora en Psicología con énfasis en Neurociencias Cognitivas Aplicadas

Información adicional

Para citar este artículo / To cite this article / Para citar este artigo: Velandia-Arias, C.J. y Paba-Barbosa, C. (2022). Hechos victimizantes, gestión de conflictos y agresividad en víctimas del conflicto armado colombiano. Pensamiento Psicológico, 20, 1-27

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